Para algunos comenzó algo más temprano que para otros el día, y poco a poco se fueron sumando hasta llegar a lo qué es Iliber, es decir, todos y cada uno de sus socios. Desde temprana hora de la mañana el pensamiento ya estaba en la noche, a cierta hora todo el mundo estaba reunido y el fruto que después se produciría de nuestro trabajo comenzó a estructurarse mediante el apoyo mutuo y la implicación de cada uno de nosotros.
Ya estaba todo preparado pese a las adversidades; la emoción y la ilusión porque comenzara se reflejaba en los rostros y sólo unos pocos pudieron contemplar con ojos de perplejidad el gran número de visitantes que iba a tener el pasaje, y eso les dibujo una gran sonrisa en sus labios. Con la comunicación de dicho acontecimiento la ilusión entre los miembros de la mejor asociación del mundo comenzó a crecer y a crecer.
Mientras pasaban grupos y grupos hacia el pasaje del terror, se realizaron unos grandiosos talleres que se vieron desbordados ante numerosa multitud que acontecía, pero que aún así, ilusionaron a los más pequeños y entretuvieron a los más grandes.
Primero pasaron los más pequeños con los que disfrutamos, con luz encendida y todos cogiditos de la mano, pues no se podían soltar.
La edad empezó a aumentar y el terrible orfanato Andrés Segovia se llenó de vida, ¿o no?, aún no se sabe si realmente eran vivos o nadie hubo en dicho centro.
Y todo terminó, como siempre, como lo que somos, con el ya conocido "y si somos los mejores bueno y qué, y si somos los mejores bueno y qué, y si somos los mejores y si somos los mejores y si somos los mejores bueno y qué".
Gracias a todos los que habéis asistido, a todos y cada uno de los que habéis participado, pues sin vosotros no hubiera sido posible. Ahora muchos entendemos lo que es iliber y lo que conlleva ser de esta asociación. Es un honor y un privilegio tener a socios como vosotros.
Gracias y hasta el año que viene.